“Si uno dejara de albergar esperanzas se ahorraría un montón de decepciones…”
En el café Kjell Askildsen

Si nos ponemos a informar de robos en el departamento no terminamos más. Cada nota sería la enciclopedia de la Ilustración de 1751, un compendio clasificado en arrebatos, saqueos, asaltos, bolsiqueos, rateadas y aprietes bajo las subclases motochorros, enmascarados, cara lavada, disfrazados de policías, policías, vecinos piperos y ex convictos en las categorías arma de fuego, cuchillos e inespecíficos, más el capítulo “Cien años de perdón” de ladrones que roban a ladrones, cerrando el apartado bandas, rejuntes y salidos de la Pinturita. Respecto a las victimas sería una wikipedia pero como cada minuto se agrega una no se puede cerrar la cuenta. A la gente no le gusta leer tanto.

Hay que elegir los robos al voleo o por el rédito que puede dejar si una multitud lo consume como noticia. Al tun tun o por la guita, somos igual que los chorros.
La importancia puede ser en función del daño, de la victima, si es un nene, si es un conocido de guita, si es una empresa o es una mujer bella. También que el caso tenga algún costado que dé para la chacota o el puterío. El daño se tabulará corpóreo o material en los casilleros: mucho, poco o todo. Si nos matan ponemos una cruz en TODO, si asustan en POCO, si nos roban el sueldo MUCHO si nos dejan en la miseria TODO. Como se observa robos es lo que sobra. Ni qué hablar con la crisis.

En los últimos meses los motochorros han logrado notoriedad por su consabida hijadeputez extrema y su calaña de asesinos.

Capaces de herir con una punta el cuello de un chico de 11 años para robarle el celular con el que chateaba en la puerta de su casa en barrio Maravillas o clavarle una pistola en el bocho a un metalúrgico para sacarle los $ 400.000 que tenía para comprar repuestos, saliendo de su vivienda en las 402 viviendas. A vuelo de pájaro o con una logística superior a la de una Policía con la Brigada desmantelada y varios de sus integrantes sospechados de pasar los datos miti y miti al malandraje, si es que no son ellos mismos con su pinta indiscutible de policías como nos mensajeaba el hijo de un contratista del Ingenio que interceptaron encañonándolo con una escopeta en la puerta del Lapachos con una posta renga.

Una con precisión de relojero tenían los motochorros que en el Balut le pegaron un tiro a un comerciante de la feria de 47 años que llevaba la recaudación en un bolso que no pudieron sacarle. Ahí lograron detener a un ex convicto tucumano que los vecinos identificaron y nadie más. Tampoco pudieron detener a nadie más que al Lilo Flores (27) en la Causa del asalto de la banda de motochorros en el Patrón Costas otro comerciante marcado llegando de su negocio en Aguas Blancas al que le metieron una bala en la pantorrilla.

Con Flores reconocido por las victimas y dos prófugos ultraconocidos del Mitre la Brigada a los dos meses dice que en cualquier momento los agarra. Que tiene unos datos de informantes, que son otros chorros que mandan perder colegas para sacarlos del mercado, la vieja artimañia por la que se detiene gente y después salen absueltos en el Juicio. Al presente y a los ausentes se los acusa de robo doblemente calificado por arma en poblado y banda en concurso con lesiones graves.

La Justicia no funciona mejor que la Policía con su enciclopedia de ordenes de allanamiento que no salen nunca y malos ejemplos para los que creen que el castigo sirve para amedrentar a los delincuentes. Valga la condena de los motochorros que mataron a una mujer en la Colonia.

El Martes 12 se dictó sentencia en el Juicio por el asesinato de Beatriz Sofía Cordoba en la Colonia hace un año y un mes. A los motochorros responsables los condenaron, tal cual adelantamos, por homicidio en ocasión de robo. Le dieron 15 años al Wachín Sebastian Solano y 13 al Pato Patricio Calla. Deben estar festejando.

Las leyes son obras de la razón no del corazón sino nos mataríamos todos contra todos con el Talión o el ojo por ojo. Quince años no es una pena exigua pero a la luz del crimen parece una vuelta de calesita. Le quitaron la vida a una mamá trabajadora. Da impotencia y bronca.

Con los motochorros vamos perdiendo, igual que con la droga, por mucha publicidad que nos den a consumir las agencias del Estado en sus sitios.