“Cuando se sentó en su escritorio tenía la cabeza despejada, mierda tenía la cabeza como si hubiera aspirado una buena línea de coca, pensó…”
El terrible caso de Cartman Charmicael… Marco López Valenzuela
Sobre la droga hay dos grandes ideas. Que el problema es la sustancia o que el problema es la prohibición. Estados Unidos tiene la amarga experiencia de haber prohibido con la ley Volstead en 1919 el alcohol con el propósito de reducir la violencia doméstica, la delincuencia callejera, mejorar la productividad y hacer caer los delitos violentos (los mismos argumentos que esgrimen hoy los Estados adheridos a la war on drugs yanqui), sucedió todo lo contrario, hubo muchísima más delincuencia, con el crimen organizado eran ejecuciones todos los días, y este dato es impresionante, el alcoholismo, con la prohibición, subió un cincuenta por ciento. La demanda creció. Igual pasa hoy con las otras sustancias psicoactivas perseguidas (con el alcohol no pudieron y tuvieron que permitirlo) cada vez se gasta más plata en represión y en vez de disminuir los consumidores crecen en proporción directa.
Con la guerra perdida y en estado de Vilcapugio y Ayohuma tirando a Waterloo ganamos algunas escaramuzas. La paponia ingresa de infinitas maneras, incorporando al negocio remiseros, albañiles, políticos, polícías, gendarmes, niños, perros, bagayeros, aduaneros y abuelitas centenarias. ¿Habrá alguien en Orán que no se haya tentado con un viajecito?, leímos en un cartel del Face. De todo el departamento, debería decir. Escuchamos detenciones todos los benditos días. Lo que no da una idea de la eficiencia represiva del estado sino de la opulencia de un tráfico que supone toneladas. No se les mueve un pelo. Hasta la dejan tirada.
En el microtráfico los encargados de combatirlo hacen lo suyo, no es mucho en la vertiginosa oferta de paco y marihuana al minoreo. La noche del Viernes 15 en la Colonia un llamado anónimo alertó sobre un tipo de remera negra que vendía drogas en una esquina. Los civiles de la Comisaría lo confirmaron cuando, camuflados, vieron el típico pasamanos. Al grito de ¡Policía! el sospechoso levantó una piedra y se las lanzó entrando a correr a loco tirando la prueba del crimen evidente en terrones de yerba triturada que si hubieran sido dólares al aire no lo agarraban más del gentío que se hubiera juntado.
Con testigos recogieron la mercancía e identificaron al proveedor callejero como Jose Luis Fassio (24) de Los Jesuitas. Los de Drogas peligrosas siguieron el trámite. ¿Será que ya no va a haber más marihuana en la Colonia?. Es de nunca terminar.