Nos tienen podrido los zapitos. Su consumo ha subido estrepitosamente. Chancletas plásticas con agujeros. Después de la cocaína y la marihuana primeras en la ranking de vicios prohibidos de importación vienen los zapitos y ya dudamos si la cocaína y la yerba no serán una fachada de despensa que oculta en el fondo un garito clandestino que viene a ser el negocio descomunal de los zapitos incrementado en los tiempos de playa aunque implantado en todo el orbe como complemento ideal del disfraz de jugador de fútbol. Los gendarmes, sin embargo, se emperran en combatir la droga y hacen caso omiso de los zapitos. Quizás ellos mismos usen zapitos en sus días de franco y de licencia o se queden con los de mejor calidad como con la coca de coquear. Los mejores zapitos los tienen los gendarmes va a empezar a decir la gente y los Jueces dirán mirá si le voy a dar bola a los zapitos si tengo que controlar que no me afanen la droga incautada que por suerte algunos cambian por yeso y me permiten arreglar las paredes descascaradas del Juzgado. Una cosa es segura. En estos tiempos el zapotráfico y el narcotráfico van de la mano. Hasta que nuestros legisladores prohíban el uso y abuso de zapitos en todo el territorio del país por socavar los altos valores de la estética republicana la vedette de los secuestros seguirá siendo la droga. Que por otro lado es cada día más vistosa con un embalaje negro brillante del tipo art nouveau. Ya llegaran los tiempos que se busque entre los paquetes de papoña zapitos escondidos.
Mientras, en el correntada imparable de tráfico de frontera, los bagayeros pasan lonas de la mafia narcozapítica que si le creemos a dos agarrados el pasado 5 de Enero con 18 (20.153 gramos) y 19 (21.729 gramos) rectángulos de cocaína aladrillada, está manejado por mujeres.
“Cuando nuestras miradas se cruzaron, sentí el deseo de que fuera mi mujer, aunque el cielo me fulminara. Y no fue, lo juro, a causa de la lascivia vil y licenciosa que ustedes pueden imaginar…”
En el bosque Ryunosuke Akutagawa
A las nueve de la mañana en el control del paso no habilitado del los gomones pillaban al Boliviano con radicación argentina de Marzo del 2017 y domicilios en Aguas Blancas y Bermejo, Marcelo Francisco Blas Gareca (24), llevando en su lona ciento diez pares de sapitos y diez juegos de sábanas medio deformados y pesados por los paquetes secuestrados de sustancia prohibida. Decía que la carga se la dio del otro lado una mujer de pelo negro, 1,65 de estatura y aparatos en la boca, que cruzó con él en el gomón y desapareció en el desembarco como si se la hubiera tragado la tierra.
A las once en un control en el Solazuty paraban una Cangoo blanca que manejaba José Demetrio Alvarez (34) del Juventud Unida. Llevaba dos lonas atrás. El conductor se atajaba enseguida que se las había dado para que las deje en la entrada de bagayeros una mujer de remera rosada, calzas negras y pelo teñido de rubio, en los gomones. La descripción no coincidía con la primera pero la carga sí. Entre los zapitos y metidos dentro de juegos de sábanas hallaban la droga.
El Juez Carlos Martinez Frugoni de Tartagal, que reemplaza a Montoya nuestro subrogante hasta el 14 de mes, fue expeditivo. Respetando su propio criterio aplicado en parecidos asuntos liberaba falto de mérito a Blas Gareca el 7. Le parecía creíble que no supiera lo que contenían los zapitos. Ordenaba busquen a la mujer morocha de la ortodoncia.
A Alvarez no le creía tanto. Quizá por el antecedente de una condena de cuatro años cumplida el 7 de Mayo por transporte de droga. Fue indagado y quedó detenido. Igual pidió averigüen lo de la gordirubia de las gomas. Los zapitos no los devolvieron. Tal vez previniendo que los declaren ilegales en cualquier momento.