“-No puedes matar a un hombre por dar una falsa alarma-. El Policía solía había pretendido herirlo pero la observación de Ataúd lo hizo enfurecer. -Demonios, tu mataste uno por tirarse un pedo- replicó…”
Empieza el calor Chester Himes
Las ofensas sexuales o escatológicas suelen provocar reacciones desproporcionadas. En un entorno de seres con el psiquismo alterado por el alcohol llamarle puto a alguien te puede costar la vida. Ni hablemos del insulto “sos un sorete” y hablemos menos que el agresivo intente pasar de las palabras a los hechos. La reacción, en ese caso, sería una defensa.
Así lo entendió el Juez Aldo Primucci en un Juicio abreviado celebrado hoy Lunes 7 de Enero del 2019 en la Sala I contra José Laureano Valenzuela (18) que debe estar saltando de alegría porque habiendo arreglado ocho años de cárcel por homicidio simple le dieron tres por exceso en la legítima defensa y lo dejaron libre. Primucci consideró que el muerto, su tío, Lino Cruz Aparicio (44), tocándole el culo pretendía en realidad abusarlo. Que lo acuchillara en la pierna fue para sacarselo de encima. Con la desgracia que le seccionó la arteria femoral y el hombre se desangró.
El Miércoles 28 de Febrero del 2018 en las alturas de Los Toldos tuvo lugar el suceso. Valenzuela, desde hacía un año, había vuelto de Salta para vivir con su abuelo Pancho Ruiz (63) y tratar de rescatarse de los vicios y las malas juntas urbanas.
Aquella noche todo se fue a la mierda. En una chupa primero golpeó y llenó de tajos al abuelo (que no debe haber hecho denuncia) y luego al tío que entró por los fondos y se quiso propasar. Todos borrachos como cubas.
A casi un año para ahorrarse la amansadora de un Juicio el chango confesó y la Fiscal Claudia Carreras con la defensora Paola Linares acordaron primero nueve años de prisión que bajaron a ocho en la propuesta final por la edad del acusado y sus posibilidades de reinserción social con un tratamiento de sus adicciones. En la audiencia Primucci escuchó los argumentos y emitió un fallo que no estaba en los papeles. Tres años y libertad.
Había escuchado la confesión de Valenzuela. Que el tío le tocó el culo, se trenzaron a cuchillazos y “yo gané”. Llevaba once meses de prisión preventiva. Iba al cadalso y se fue a su casa.