“…No es que no vuelva porque me he olvidado…. es que perdí el camino de regreso, Mamá…”
Soneto a mamá Joan Manuel Serrat
En el periodismo reducimos las historias a su mínima expresión. Incapaces del relato oscuro, intrincado, complejo, retorcido y largo que propone abordar la realidad. Uno es el bueno, otro es el malo, hay un conflicto y gana uno de los dos. La noticia vende porque nos alegra o nos indigna.
El diseño hace agua sin malvados que le pegan a la vieja contra buenazos que van a cuidar abuelitas al asilo. Plantean un problema grave. HAY QUE PENSAR.
La gente no quiere problemas, quiere soluciones, nos han dicho siempre. Y nos han convencido.
El Jueves pasado, 22 de Noviembre, a la mañana, una mujer enfurecida entró, irrumpió es la palabra adecuada, al Servicio médico de tribunales y atacó a los médicos a cachetazos. Los acusaba de haberle sacado a sus hijas. Intervino la Policía del tribunal de enfrente y una efectiva de civil que estaba para declarar en un Juicio. Redujeron a la exaltada, indominable y agresiva, y la trasladaron a la Comisaría 20. Los galenos, comprensivos, no pusieron denuncia y al mediodía la mujer estaba de nuevo merodeando. Su conducta violenta es reprobable, no lo es tanto si se piensa en una madre desesperada peleando por sus hijos.
Cuca (37) es una ex agente sanitaria a la que, en efecto, en Diciembre del año pasado la declararon “insana” perdiendo a sus tres nenas, de 10, 4 y 5 años. La tenencia provisoria quedó a cargo de una hermana. La mayorcita de las hijas fue pateada por un caballo visitándola para las fiestas y eso la privó de verlas ante la posibilidad que corrieran peligro. La piedra de la discordia en la batalla judicial es el padre y padrastro de las nenas a la que la familia materna considera pernicioso y culpable del derrumbe de Cuca.
El dictamen de insanía fue del psiquiatra Roberto Mateo, ya retirado, de manera que el reclamo a sus colegas parece más un acto de impotencia, contra el sistema que representan, visto como responsable de su drama. Sobre el tortuguismo y la indefinición judicial todos coinciden, tanto la tutora de sus sobrinas, como la madre. Sea que tenga o no tenga una patología mental es emocionante la rabia de una mamá cuando se meten con sus hijos. Aunque pueda no estar en condiciones de criarlos. Muy triste, muy delicado, muy fuerte. Sin buenos ni malos.