“Salvo que sea disparado hacia la desidia del cielo, cualquier plomo que salga despedido de un caño encontrará seguramente un destino de tejidos y sangre…”
La calle de los caballos muertos Jorge Asis
Aburre tener que rescribir, y escuchar, tantas veces lo mismo. En demasiadas notas. Narraciones de episodios de violencia demente en el departamento derivados de raterías estúpidas entre tranzas y consumidores. Que se cagan, se mienten, se rebajan, se roban y se vengan. Ayer, Viernes 9, en el tercer loteo de la Misión San Francisco un par de dealers armados con un rifle y una escopeta buscaban a uno, que decían, les había robado plata. O les adeudaba, lo de siempre. ¿Cuánto puede ser en el microtráfico de comunidades tan pobres? ¿Cien, doscientos pesos?. ¡Con rifle y escopeta!. La mafia Sicicliana unos bebés de pecho.
En la casa de su abuela el Ramiro Fernando “Ricky” Miranda (26) le hacía el cumpleañitos a la hija. Vive en el asentamiento Francini. Sentado en la vereda a la sombra de un pino tomaba unos vinos. Los dealers armados le pidieron agua. En la esquina empezaron a tirotear al buscado, un amigo suyo, que ligó una perdigonada en las piernas. ¡Vendetta!. El segundo cuetazo lo alcanzó a él en el retropié, sintió el impacto seco de tabla golpeada. Una bala 22 se le metió por el espacio palmar se incrustó en el hueso astrágalo y explotó en sangre. NO ERA EL BUSCADO, asegura. Lo balearon de rebote. Con todo, los mafiosos le seguían apuntando, por las dudas.
La lesión es gravísima. Llegó a Orán con el amigo escopeteado. Tras unas curaciones el otro fue dado de alta. Miranda ingresó a quirófano. Su capacidad ambulatoria está en juego. Terrible para un chango que mantiene a su familia changueando en el poroto o el tomate. Hizo la denuncia. Los agresores los reconoció como del Matadero o del Justo Juez. A uno, mechudo, lo pilló la Policía. No es el que le disparó, flaco y alto. Secuestraron las armas. Actuaron el GAP del 911 y la Comisaría 21 de Pichanal.