“Fue en ese momento que mi propio albedrío despareció, y que una Cosa-que-no-era-yo me dominó, y me hizo avanzar. Con un poder de resolución muy distinto del mío, con una decisión y un vigor varoniles bien remotos de mi indecisión o inconstancia habituales, mi cerebro decidió y mi brazo acató la orden…”
El ananá de hierro Eden Phillpotts
De una serie de indicios convergentes se obtiene una certeza. Si se bifurcan una duda. Si van cada uno por su lado un acertijo.
En el primer femicidio del año cuya victima fue la “Paraguaya” Maria Ester Chesuino una señora de 49 años encontrada con cuatro días de muerta a cuchillazos el pasado Jueves 25 de Octubre toda la evidencia apunta, converge, sobre quien le alquilaba el cuarto donde vivía en el pasaje San Lorenzo casi llegando a la Alberdi, altura de la sodería Dany, conocido de toda la vida por “Cirilo” en ese sector del Patrón Costas, nombre completo Roberto Cirilo Cordoba, diez años menor que su locataria. Compartían con ella el baño de dos piezas contiguas ubicado al fondo de la ocupada por la mujer, a la que desde Junio los vecinos veían barriendo la vereda y saludaban con cortesía. Ella trabajaba en la escuela y últimamente en los monoblocks de las 200 viviendas realizando tareas de mucama. Se daba maña para ganarse el sustento. Tenía unos pocos años en el barrio y ya se había hecho querer con su cantito de Formoseña que era, en realidad, de Misionera, y para todo el mundo, de Paraguaya. Ese tono guaraní tan musical que acentúa la última de las dos vocales con que finalizan sus palabras. El factor proximidad con su presunto asesino era total.
Córdoba se crió en la propiedad del crimen. Su papá y un hermano mellizo, murieron, el segundo hace unos dos años. Preguntamos entre sus conocidos si eso, la pérdida de sus familiares, lo llevaron a la bebida, dijeron que no, tomaba de siempre, antes, durante y después. Se juntaba con otros bebedores del pasaje a “compartir”, algunos albañiles y changarines como él. Muchos de ellos, igual que sus familiares, fueron muriendo. En estos meses había estado internado en Salta por un problema de piel, dicen que despedía mal olor, aunque una segunda versión asegura que fue por su alcoholismo, una tercera arriesgaba que por una sinusitis y una cuarta, porque se había vuelto loco. Ya sin familia en Orán le quedaba en Salta una hermana. Es la que llamó para decirle que viajaba el mismo día que doña Mari fue asesinada, porque se había mandado una macana “con la inquilina”. Si bien no tiene valor legal, fue una confesión. La tenía a mano, al lado, y la mató. Para completarla, huyó. Una conducta que lo catapultó más profundo en un sangriento embudo incriminador.
Cruzó a Bolivia ese mismo día por Aguas Blancas. Está prófugo de homicidio calificado, de femicidio. La trama indiciaria debe completarse con un móvil para su conducta. Ya publicamos que doña Mari estaba atrasada 500 pesos de un mes de alquiler y el tipo la apretaba todos los días. Cargoso, odioso, denso, de mala macha, tal cual lo describen sus vecinos de años. Todos le huían o lo espantaban a manotazos al verlo venir. Les parece mentira que hiciera lo que, en avasallante apariencia, hizo. Es más, de Salta, cuentan, regresó con el rollo evangelista que el Señor lo iba a salvar. Que iba a ir a la Iglesia y, por unos días, estuvo sobrio.
Era la calma que precede a la tormenta. Con la llegada de una chica de pelo cortito, dicen, volvió a macharse horario corrido. Bamboleante, decía que era su novia. Es la que identificaron los de homicidios, declarando ella que solo iba a limpiarle de vez en cuando. De su celular Cirilo había llamado a la hermana. Las malas lenguas la suponen instigadora del desastre ya que quería que corriera a la Paraguaya y vendiera la casa. Le hizo el bocho intoxicado contra su inquilina. En ese enjambre de tensiones “algo” derivó en pelea y carnicería. ¿Pretensiones sexuales del borracho? ¿amenazas de denuncia de la victima? ¿paranoias etílicas de que lo quería cagar con la firma de unos pagarés?. Ese “algo” abrocha las evidencias en bola de nieve. De su pieza secuestraron ropa con sangre. Se llevó el documento de María y, según su hijo Oscar, una cartera con plata de ahorros. Tiene familia en Bolivia.
Hallarlo, no va a ser fácil.