“Mejor vas despacio que esta tiza es un veneno es de la pura la mera merca…”

…El onceavo dorado        Gabriela Cabezón Cámara

La cosa prometía. El Juicio estaba previsto para cinco días de audiencias.

El delito al que el Oscar Alberto Alejandro Diaz (31) alias “Cabezón Ale” y Cristian Fernando Parada (34) alias “Tontín” se enfrentaban era homicidio criminis causa o sea matar para ocultar otro delito hecho ocurrido el día del padre del 2020 a las once de la mañana en plena calle del corazón de barrio Mitre con un balazo en la nalga que hizo un desastre en la zona abdominal de la víctima, a saber Marcelino Valdez Cari (51) alias “Chapaco”.

Los protagonistas, de acuerdo a la acusación fiscal, se dedicaban al negocio narco.

Valdez, un chofer Tarijeño, ya había estado preso por una carga de sesenta y un kilos en la Justicia federal.

Su suerte se vinculaba ahora a haber “perdido” un embarque de 25 kilos que eran del “Cabezón Ale”. Le reclamaban la plata o la merca. El Chapaco venía poco a Orán, vivía en Bermejo, aquel día vino, Ale se enteró y lo encaró en la despensa de calles Martín Fierro y Bustamante.

Un periodista porteño muy imaginativo le hizo un cartel a Diaz al que con captura internacional pilló la Policía de Bolivia en Tarija como el sicario que cobraba ochenta mil dólares tenía un séquito de asesinos y cuando sentía con buen ánimo remataba a sus victimas con una sonrisa sardónica. Un disparate con un éxito, en la era de la posverdad, inigualable. La realidad fue menos espectacular.

Diaz defendido por el abogado Santiago Savoy arregló un abreviado presente por televisión desde Villa Las Rosas (portada) de doce años de prisión culpable de homicidio con arma de fuego y resarcimiento de cinco millones de pesos para la viuda. Parada con la firma de su abogado Julio Villalba pactó la misma pena de cárcel en carácter de coautor.

Ninguno de los dos arrastraba condenas anteriores.