“Le comenté que si queremos efectos extraños y combinaciones extraordinarias, debemos buscarlos en la vida misma, que siempre llega mucho más lejos que cualquier esfuerzo de la imaginación.
-Un argumento que yo me tomé la libertad de poner en duda…”
La liga de los pelirrojos Arthur Conan Doyle
No figuramos ni a placé. Ni entre las 10 ni entre las 50 ciudades más peligrosas del mundo de los dudosos rankings de los seis mil millones de sitios que categorizan la violencia urbana, o venden miedo que gusta tanto a los públicos masivos, que un caso son todas de latinoamérica, en otro son todas del medio oriente, o si te gusta tenés que ganan las africanas. Te digo más, si venís medio flojo en Historia te ponen Tenotchtitlán en Méjico que tienen templos con escaleras donde les sacan el corazón a gente viva con un cuchillo de obsidiana. “Ah si los narcos son terribles ahí” comentás vos con cara de tipo que ve CNN en español. Si ignorás la infinita carroña virtual lo que uno sabe es lo que le pasa a uno. La ciudad más peligrosa del mundo es la que transitás no la que se mira en películas o documentales. Difícilmente mueras viendo la última del cartel de Sinaloa con medio millón de extras muertos por sicarios desalmados, y si morís será por sobredosis de cerveza y papas fritas. Saliendo a la calle es otra cosa, te agarra un motochorro pipeado y te abre en canal con un facón de despostar reses por tu celular. Eso es peligro y no pantallas, con 3D 4G tensorflow IA sonido envolvente de 180° full HD o lo que mongo inventen. Eso es peligro y no cagadas, para que se entienda mejor.
No la vio por teve el vendedor de seguros del IPS y de Swiss medical Pedro Enzo Nicolás Menghini Rodriguez (34) cuya sangre regó la vereda desde la Egues y Moreno hasta casi la Yrigoyen. Para ser exactos hasta la panadería al lado del Obispado frente al Huerto donde pidió ayuda a medio desangrar por dos puntazos en la pierna. El Viernes 12 de octubre, que hasta hace unos años era el día de la raza y ahora es un batido entre el amable encuentro de dos culturas y el detestable comienzo de la invasión genocida más horrorosa de la historia comandada por el antes admirado marino genovés Cristóforo Colombo alias Cristobal Colón que ponía los huevos sobre la mesa para demostrar la redondez del planeta, reconsiderado antecesor de Hitler, amaneció con el horror en las voces de las radios y en las fotos virales de un episodio que remitía otros, igual de reales, ocurridos en el departamento todos ellos provocados por piperos desaforados y asesinos.
No hay que ir muy lejos. En Marzo de este año era acabado mediante un cuchillazo en la pierna el vecino Lino Cruz Aparicio (44) en los Toldos. Fue condenado por el hecho un chango adicto que un tío había llevado para rescatarlo. El marco fue una pelea de borrachos. En abril está fresco en la memoria la muerte del panadero Sergio Adrian “Limón” Montenegro (51) atacado por una banda de drogados en los fondos del 17 de Octubre, le metieron en la pierna para robarle el celular. Por recordar, en el 2016, al discapacitado Luciano Busto (64) marginales del Taranto le hicieron dos tajos en el brazo y se desangró, lo mismo que en noviembre del 2014 le pasó al chaqueño Juan Elvio Miranda (56) del barrio Matadero de Pichanal, a quien, los basokeros que le habían robado un chancho, puntearon en el muslo izquierdo. Cuando el filo ingresa profundo y lesiona la vena femoral, uno de los grandes vasos, la hemorragia es imparable y fatal.
El vendedor de seguros sigue grave. Internado en el Cenesa de Salta. Extraoficialmente aseguran que han tenido que amputarle el miembro. No ha podido declarar.
No es ilógico, siguiendo la corriente de los otros homicidios y de los robos de motochorros de todos los días, suponer que lo hayan asaltado. Su celular desapareció. Al parecer el hombre salía de un after luego de una noche de diversión. Un compañero de trabajo tenía que recogerlo esa mañana para volver a Salta. No es descabellado pensar que se resistió y ahí lo puntearon. Cojeando, agarrándose de las paredes, tropezando, llegó pálido, con sus últimas sangres, a la panadería. Se desmoronó.
No han hallado un solo testigo que haya visto lo que pasó. Si lo hay, sería un valiente gesto acudir a la Fiscalía de Graves atentados contra las personas, por la Egues justamente, antes de llegar a Tribunales, al lado de Elegant.
Orán no será la ciudad más peligrosa en Internet pero tenemos lo nuestro. A cualquiera le puede tocar. En cualquier esquina.