“…Porque lo equívoco, lo inconfesable, lo monstruosamente atractivo de todo eso, era, tal vez, que se tratara de la madre de uno de nosotros…”
La madre de Ernesto       Abelardo Castillo

La argentina es un país pionero en legislar la despenalización de ciertos abortos. En 1921, cuando las religiones no transigían siquiera hablar del tema y tenían poder para imponer esa mordaza, se creó la figura del aborto no punible solo en dos casos: peligro para la vida de la embarazada o por violación de una mujer “idiota o demente”. Suena idiota o demente, eran otros tiempos, qué querés. La permisión era revolucionaria. Para incluir a las chicas violadas no idiotas ni dementes tuvo que pasar casi un siglo. En el 2012 la Corte Suprema amplió el aborto no punible para los embarazos forzados, producto de una violación. Hay un protocolo, unas normas, que tienen vigencia en la provincia hace poco, en paralelo a la polémica de te apruebo no te apruebo, de pañuelos, de colores, de piñas, de la vida defendida a muerte convertida en espectáculo, en partido de fobal entre interruptores voluntarios y salvadores celestiales.
En Orán no se ha hecho ningún aborto legal, con asistencia médica. Hubo dos pedidos de victimas de abusos. Una chiquilina de 14 años fue derivada a Salta y otra de 13 que vamos a contar su historia.

El 6 de Agosto una señora denunció en la Comisaría de Aeroparque que su hija de 13 años había sido violada en Febrero por el novio de la prima una noche que se quedó a dormir en la casa. No había dicho nada hasta ese momento que la panza era inocultable. Estaba encinta. Contó que cuando todos dormían, a altas horas de la noche el tipo se le abalanzó, le tapó la boca, la amenazó de contarle a sus padres unas juntas que no aprobaban, y la accedió a la fuerza. El 7 salió una orden de detención por abuso sexual con acceso carnal contra Renzo L de 22 años y del Taranto. Recién fue apresado el 15 de Octubre, a horas que naciera su supuesto hijo, o hija, con el que será sometido a un cotejo genético. El chango niega todo pero si sale que es el padre la acusación va a avanzar. Lo que la abuela y la madre adolescente no querían que avanzara, era el embarazo.

Al día siguiente de la denuncia se presentaron en Tocoginecología del hospital para que le sacaran el feto. Entraban en las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo. Intuían, pero no sabían, tiempo de gestación. La chica nunca se había controlado. Llegaron tarde. El protocolo establece hasta 22 semanas para la practica y ella, se constató, iba por la 27. Cargaba un ser de un kilo ciento treinta y ocho gramos. No se podía dar curso. La buena noticia era que el feto y la mamá estaban bien. No fue en realidad una buena noticia para las denunciantes, que insistieron que no quieren al crío y no aceptaron siquiera verlo en una ecografía.

En la Cámara Gesell la menor victima relató con detalles el abuso. Dijo que el tal Renzo se levantó y se fue después de eyacular. Ella se quedó llorando. Quiero que lo metan preso, expresó.
Sobre el destino del bebé hablan de entregarlo en adopción. Por el momento la forma violenta a través de la que fue concebido hace imposible que lo quieran.