“He oído comentar que mi padre es el demonio…”
Victorio Ferri cuenta un cuento Sergio Pitol
“Si, soy culpable” murmuró, lacónico, atribulado, vencido y las tres palabras sonaron en la sala de audiencias del tribunal como para conmover los muros de Jericó. ¿De qué se declaraba culpable?. De violar a su propia hija en continuado de los cinco a los trece años mintiéndole “que no estaba haciendo nada malo” apenas cagandole la vida para siempre. A su propia pequeña que declaró en cámara gesell los actos repulsivos de quien debía protegerla y el estado de deshecho humano en que quedó agobiada por la depresión y la culpa.
El calvario llegó a su fin en noviembre del 2021 cuando un ginecólogo observó que a los trece años era desflorada de vieja data y ella tuvo que contar la verdad de angustia del violador que no era un noviecito de la pubertad sino su mismo padre biológico.
Un tipo de 36 años, empleado en el Tabacal, quien esta mañana a través de su abogado Roberto Ortega y la flamante fiscal de género Claudia Carreras pactó un abreviado de doce años de prisión. Hizo negocio. Si se hacía el debate podría haber llegado a dieciocho o veinte. Cualquier cifra suena a poco. Vista su conducta.