Hay relaciones causa efecto incuestionables, directas. Si te pegan un balazo o un cuchillazo en el corazón te morís de una. Hablamos de crímenes. Con una trompada, a menos que seas Herácles noqueando para siempre al Toro de Creta en la mitología griega, la muerte no es el resultado esperable. Puede pasar. También que una herida se te infecte, cantes para el carnero, y mandes al que te la propinó al cadalso de los homicidas por un tajito de merthiolate. La idea rectora es que pasó algo que, si no hubiera pasado, no te morías.
“Son gente muy osada y, aunque los cojamos por sorpresa, podrían hacernos daño si no andamos con cuidado…”
La liga de los pelirrojos Arthur Conan Doyle
Al atardecer del Lunes 15 de Octubre don Victoriano Olegario Frías (65) del barrio San Cayetano de Pichanal cumplía su turno de sereno en una finca Gimenez ubicada por el trazado de la ruta 34 vieja, al sur de la actual, cuyo recorrido interno viene a salir por la finca San José, un poco antes de la curva que dobla a la recta larga que te conecta con el puente Elordi. Frías cuidaba el fondo de pimientos de las plantaciones. Vino a pasar que vio a unos changos (cuatro dicen) robando los morrones y quiso detenerlos o, tal vez, echarlos, ensayando una carrera que lo dejó al borde del pasmo. Los cacos tiraron las bolsas. Ahogándose, habló de su mala sangre con otro sereno. Y cayó fulminado.
Primero la fiscal ordenó un examen cadavérico que la mañana del 16 realizó el forense Darwin Paredes. Diagnosticó infarto. En el trámite de entregar el cuerpo a sus familiares hubo la denuncia del robo y una segunda orden de retenerlo para autopsia. Marta Gomez del CIF la hizo. Su dictamen coincidió con la simple vista de su colega precedente. Insuficiencia aguda del miocardio, paro cardio respiratorio, sin lesiones. El hombre tenía marcapasos, era hipertenso y chagásico. Sin embargo el GAP de homicidios se hizo cargo. La excitación, el stress, los nervios por el robo fueron el detonante de la muerte. En otras palabras, y a pesar de sus patologías coronarias, sin ese momento de tensión, estaría vivo.
Investigar la bastante común rapiña rural de chicos que entran a chorear verduras y/o frutas resultó una telaraña compacta. Es enfrentarse con la población entera de los muchos barrios y asentamientos pobres del sector norte de Pichanal. En principio es un hurto. Con un efecto inesperado y fatal.
A lo largo de ese recorrido perimido de sembradíos en la vieja 34 recordamos en el 2009 dos casos criminales indudables. En Mayo los de la banda de la Chiva Loca de Jujuy con aportes de rufianes locales asaltaron al agricultor Francisco Pancho Filtrín a la altura de la finca San Isidro, justo enfrente de la de Gimenez, lo balearon y creyendolo muerto lo dejaron tirado. (en el mismo lugar que ahora tiraron las bolsas).
Unos kilómetros delante en Diciembre el tornero boliviano de la entrada de la Misión Juan Manuel Torres Durán degolló a la Mirta del Valle Orozco de 36 años, una chica de Yuchán madre de tres hijos, que fue primero su empleada y luego su amante, dejándola tapada con plantas para que se la comieran los bichos.
Hubo acciones eficientes destinadas a acabar con la vida de otro. Filtrín se salvó, Mirta, no.