El 17 de septiembre del 2021 el dueño de un carro de acoplado hechizo que había dejado estacionado en calle Uriburu frente a los departamentos ubicados detrás de la terminal se dio con la novedad de su desaparición. Se lo habían encanutado, choreado, birlado, durante la noche.
Un video de cámaras de vigilancia mostraba una Toyota Hilux blanca llevándoselo enganchado.
El chaqueño Carlos Figueroa (62) trabajaba haciendo changas con una Toyota blanca y tenía un pequeño aserradero en Campichuelo. Le había costado mucho comprar la camioneta.
En abril del año pasado le cayeron acusándolo de ser el ladrón del carro y le secuestraron el vehículo que fue a parar al depósito judicial. Quedó en la calle. Sin movilidad ni trabajo.
El jueves 29 de abril llegó a juicio por el delito de hurto.
La prueba era el video borroso de una Toyota blanca que podía ser cualquiera de las cientos que circulan en Orán.
Figueroa había repetido mil veces que no había levantado nada de nada. Y de resultas llevaba un año viviendo de prestado con las hijas.
Ayer jueves lo absolvieron con la orden de devolverle su propiedad, o lo que quede de ella después de un año botada.