“Que de monstruos y tarados ya está lleno el pueblo y si me apuran, dice, todo el país…”
Cuando un pájaro entierra sus plumas Augusto Roa Bastos
Domingo 18 de septiembre. Centro de Orán. Calle Alvarado. Lindo mediodía y pronóstico de sol para la tarde. Una mujer levanta el baúl del auto mientras sus hijos pequeños juegan dentro. Vienen de compras para un almuerzo familiar. En un segundo la escena se va a descalabrar.
La pistola de un motochorro salido de la nada paraliza a la mujer. Si le da el celular no la va a matar, aclara el forajido. Las cámaras de seguridad lo registran partir con el aparato, tranquilo, sin acelerar demasiado. Haciendo gala de una enervante impunidad.
Con la denuncia la gente de la Brigada lo identifica por las filmaciones. El Miércoles a la mañana allanan su casa de Constituyentes, lo detienen y secuestran la ropa y la moto que usó en el asalto. Es un conocido delincuente llamado Guillermo Emilio Grandón.
Para esas horas la victima ha recuperado su Iphone totalmente receteado siguiendolo en los compra y venta de las redes. Grandón ha sumado una causa de robo calificado. Integra la cofradía de cobardes motorizados que asaltan mujeres y niños en Orán.