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MATANDO SE DEFENDIÓ ¡LO ABSUELVEN!

MATANDO SE DEFENDIÓ ¡LO ABSUELVEN!

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“Los perros reconocieron su olor por encima del sudor, la sangre y la tristeza que lo cubrían y se apartaron para dejarlo pasar…”
Una venganza   Isabel Allende
A todos los homicidios los iguala el dolor. La devastación afectiva que produce que alguien sea arrancado violenta e inesperadamente de la vida. En lo demás cada uno es un mundo.

Jorgito y una de sus hermanas

Hoy Martes la familia recordaba por las redes el asesinato de Jorgito Gimenez, un chico muerto de un tiro a los 15 años, en el 2016, con un futuro promisorio por delante. En la fecha cumpliría veinte. Los autores de su muerte, dos drogadictos de barrio Mitre el Tuerto y el Burro, fueron condenados a 16 años de cárcel.

Por otra parte en la Sala I de Juicio se desarrolló la última jornada del debate contra Marcos Antonio Pilín Vera (33) autor de la muerte del Seba Guanca de igual edad el siete de septiembre del 2019 en los arrabales últimos del sur oranense, asentamientos 16 de agosto más conocidos como villa bombilla.

Guanca

Luego de un testigo y reinaugurando con nuestra presencia la asistencia de público en la encrucijada del coronavirus la fiscal Claudia Carreras primero y el defensor Federico Gil Neuer después alegaron. La culpa no estaba en discusión, Vera había reconocido haber acuchillado en la pierna a Guanca en una discusión frente a sus casas colindantes en la semioscuridad de la calle de tierra.

Repitió, eso sí, que no había querido matarlo ni por asomo, que se defendió con el arma de la propia victima, un hombre a la deriva de los vicios que lo había increpado. En el expediente constaba la sección de su aorta femoral del lado izquierdo completa y su 2,85 de alcohol en sangre a más de cocaína y otro estupefaciente. Para la fiscal era un homicidio con exceso en la legítima defensa dado que el muerto por su estado de intoxicación estaba regalado y podía haber sido apartado de un empujón. Pedía tres años y medio de prisión.

Vera

Para el defensor no había ningún exceso, su defendido no podía saber de arterias y de venas, repelió a quien lo agredía con un puntazo a una zona que en teoría no debía matarlo en el segundo de tomar la decisión para salvar su vida. Era una conducta legítima. El Juez Edgardo Laurenci le dió la razón y absolvió al bagayero, quien en su momento, apenas supo que el pipero había muerto, se entregó en Aguas Blancas.

Antes del fallo dijo que le pedía perdón a la familia y sobre todo a Dios que jamás pensó que iba a matar a un hombre.

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