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MACROTRÁFICO LA BANDA DE LOS MARIACHIS TUCUMANOS

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“Si yo fuera el ortiba, yo mismo me encargaría de matarme…”
Monstruos perfectos    Miguel Angel Molfino

La conformación ideal para una banda es la unipersonal.
Cuanto más gente metés en una empresa mayores son las posibilidades que fracase. En el mundo criminal salta a la vista. La mayoría de los casos se resuelven sea por un delator (informante en la jerga), un boca floja, un despedido con la sangre en el ojo, uno encabronado porque no le pagaron o le pagaron menos de lo prometido. Recordamos un caso local hace unos años esclarecido gracias a nuestra revista. Figura en el expediente. El campana leyó la cantidad que sus compinches habían robado, mucho mayor que la que le dijeron y por lo que le pagaron dos mangos, entonces, muerto de rabia, los batió a todos. Bajo la figura del arrepentido la Justicia te premia si sos ortiva.
El buey solo bien se lame.
Lo que pasa es que la codicia, el sueño del oro, la ambición desmedida, los planes gordos obligan a repartir tareas juntando gente en los bajo fondos donde la mano de obra desocupada sobra, como sobra también, con esta crisis, entre los trabajadores legales. Si al batilana le agregás intervenciones telefónicas, seguimientos discretos, ubicaciones satelitales y drones espías no se te tiene que escapar la perdiz. Desde ya que la suerte siempre juega un papel, a favor o en contra.
De todo hubo en dos procedimientos llevados a cabo los días 14 y 16 de Noviembre en los que se secuestraron casi 200 kilos de cocaína, equivalentes al peso de cuatro bolsas de cemento, o de papas, que, es bueno aclararlo, no guardan ninguna relación con los papeados de la merca. Las papas vienen de Balcarce, del sur, siendo que la cocaína viene del norte, no somos país productor de droga, en cambio la producción nacional de papa es la tercera en volumen después del trigo y del arroz. En lo que coinciden es que ambas las consumimos y las exportamos. ¡Éste le da a la papa como loco! es una expresión ambigua.

El descreído imaginario popular reduce los promocionados secuestros al narcotráfico a “batidas”. No es cierto, a veces, es de puro culo nomas, o debido a las nulas precauciones de los traficantes. El segundo Miércoles de Noviembre en el murallón de bagayeros detrás del 28 un control de gendarmería detectaba en una lonas de zapitos y sábanas que entre la de arriba y la funda de abajo en los paquetes había premio. Unos ladrillones típicos de blanca que fueron 44 y sumaron un peso de 44,354 kilos. “Cocaíne” diría Eric Clapton. Los bagayeros portantes eran tres bolivianos gomoneros con los que venía una mujer, de su misma nacionalidad.

Ella fue la que se puso nerviosa con la revisación. Fueron detenidos en la Causa federal por transporte agravado 34665/18. El “Chato” Maxi Aparicio Garnica (37), Elio Beites (25) y Carlos Eloy “Choco” Espinoza Siles (21) de Bermejo, más Vianca Coronado Paredes (24). Todos declararon menos Paredes, que se abstuvo. Dijeron que ella llegó en una camioneta a las gomas del otro lado para pasar los bultos de zapitos, venían armados, no desconfiaron porque dijo que los iba a acompañar. Por eso ni se mosquearon al ver el control del murallón, se entregaron mansos. Con los zapitos no podés correr mucho.“La señora se hizo cargo de la mercadería” dijeron. Están presos y encima, no cobraron los 600 pesos de la pasada.

“Diga que tenemos información sobre un posible robo o asalto, que no sabemos más. Habrá que activar a los buchones, hay que plantar orejas en todos lados…”
Monstruos perfectos   Miguel Angel Molfino

El Viernes la ciudad amanecía convulsionada en los Medios con el cargamento de 150 kilos de benzoilmetilecgonina, denominación alternativa que sacamos de la wikipedia para el alcaloide conocido como cocaína (creo que con esta suficiencia léxica en el manejo del tema ganamos el Martincho Fierro) secuestrado en un taller de motos de la calle Mitre a metros de la Pizarro. Era el fin de un seguimiento que venía del año pasado con la carátula NN un tal Escarpillo y otros sobre infracción a la ley de estupefacientes que dirigía la división Reunión y análisis de la información de Drogas Peligrosas de la Policía. Tenían la orden de allanamiento desde el Martes. Desde ese día hasta el choripanero de la esquina era un policía camuflado que vigilaba los movimientos del portón negro coronado con una media sombra negra.

Por escuchas directas sabían que allí se almacenaba droga y que una banda de Tucumanos y Pichanalenses pensaba robarla. Eran Mariachis de oficio, mejicaneros de profesión. Mejicanear es un lunfardo que se usa para los ladrones que roban a otros ladrones, en este caso narcos que roban a narcos, pero no tiene nada que ver con los mejicanos, o mejor dicho no hay una etimología de por qué alude a ese país. En síntesis el dato de la carga surgía de que unos narcos quisieran robarla. Esos sospechosos pasaban por el lugar en una Berlino gris que manejaba el investigado Martín Sebastián Flores, en una moto 110 el investigado Luis Anibal Diaz de Pichanal, flamante egresado de la cárcel en otra causa de drogas, y en un Peugeot 308 cuatro tucumanos que cruzaban llamadas con Flores y Diaz. A las tres de la mañana del día anterior la Berlingo estacionó cerca y varios escudriñaron para adentro por los resquicios de la media sombra. Ahí estaba la papa.

Cayó toda la tropa a una hora del día 16. Afuera pillaron a uno grandote que lo tenían junado. Al arremeter la entrada escucharon de adentro “¡vamos a la mierda!, eran dos que alzaron las manos al ingresar el enjambre azul con armas largas. Con los tres supuestos custodios reducidos, empezó la requisa.
Al mismo tiempo otro personal seguía a la Berlingo que pasaba por la esquina y el Peugeot que detectaban por la contraria y la moto cuyo conductor haciendose el sorprendido cruzaba por la puerta. Confluían en la pizzería de Pizarro y Arenales, frente a la plaza, donde serían detenidos. Flores (31), Diaz (29) y Facundo Escajadilla (18), un trío Pichanalense.

Los custodios del taller y, al parecer, los encargados de acondicionar el cargamento, eran un trío Boliviano. Uno de Bermejo, dos Cochabambinos, entre 36 y 24 años, el más joven mecánico. Encontraron en una habitación, soldadora, amoladora y herramientas de metalurgia, en el dormitorio veinte mil pesos y ropa de la gente. Tirados por el piso ploteos truchos de Riva SA empresa constructora y celulares. En el taller 13 tachos de 200 litros, uno de ellos con un doble fondo abierto, había masilla, endurecedor. La frutilla del postre estaba en el garaje. El allanamiento era una linea directa, eran las migas de pan de Hansel y Gretel aún no comidas por los pájaros, eran, al mismo tiempo, pan comido, resultaba obvio a donde conducían. En la caja de una Ford Ranger se veían dos tachos color rojo con la sigla RACING ajustados con lingas de acero. En la parte media se notaba una soldadura grosera que les daba la vuelta. ¡Bingo!. Había un Ford Fiesta también.

Antes que amaneciera y el lugar se llenara de curiosos, de noteros de radio, de filmadores de celular, de autoridades políticas que venían a hacer rostro tipo Patricia Bullrich, interceptaban al segundo auto sospechado. Una dotación que no le perdía pisada. Los ocupantes eran unos tucumanos padre e hijo de apellido Parachini, un tal Quipildor de Aguaray y el único Oranense de la troupe identificado Fabio Peralta (38) del San Expedito. Por orden del Juez federal los diez demorados debían permanecer incomunicados 72 horas. El lote de autos, camioneta y moto, secuestrado.

Del doble fondo de los tachos en bolsas cubiertas con grasa y con colchas sacaban 137 ladrillos brillantes que pesaron 145, 992 kilos. ¿De talco? ¿de harina? ¿de yeso? ¿de bica? ¿de azúcar impalpable? ¿de sal? frío, frío. No van a creer era cocaína de acuerdo al narcotest que el grupo de criminalistica y estudios forenses del Escuadrón 20 realizó. Respecto a armas solo se halló en la mochila de Escajadilla un cargador con 16 balas 9mm (carga 17) sin la pistola correspondiente.
No trascendió de quién era la paponia (de los bolivianos seguro que no) si, quienes la querían mejicanear, a saber la banda papista de los tucumanoaztecopichanalenses. Trabajar en equipo no siempre es bueno.


“Fue una batida” sentenciaban en la calle los sabiondos mientras escupían el acusi.
Para mí con papas fritas mozo.

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